Sacrosanctum Concilium

La Liturgia en el misterio de la Iglesia

1. La Liturgia en el misterio de la Iglesia (SC 1-2. 7-13)

En la Constitución dedicada a la Liturgia, Sacrosanctum Concilium, los padres conciliares escriben sobre la liturgia en el misterio de la Iglesia.

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La liturgia es la cumbre a la que tiende la actividad de la Iglesia y, 
al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza.

El 4 de diciembre de 1963, el papa Pablo VI promulgó los nuevos libros litúrgicos de la Iglesia Católica, fruto del Concilio Vaticano II. Esta fue la primera vez en la historia que un pontífice vinculaba su nombre a una reforma tan profunda del culto. El objetivo de la reforma de 1963 fue hacer que la liturgia fuera “la cumbre a la que tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza”.

En el origen, la encíclica Mediator Dei, de 1947, ejerció una gran iluminación en el debate conciliar sobre la liturgia y en la posterior Constitución Sacrosanctum Concilium que fue aprobada con solo cuatro votos en contra.

La Constitución tiene dos tipos de principios: orientativos, que se refieren a los datos teológicos que enmarcan y sostienen la liturgia; y operativos, que se enfocan en la pastoral litúrgica. Los principios operativos son cinco:

– catequesis y formación,
– unidad sustancial sin uniformidad,
– la lengua litúrgica,
– el canto de la asamblea,
– y la reforma litúrgica.

La reforma litúrgica establece que el misterio pascual de Cristo se celebra en su unidad y globalidad no solo en el domingo y en las distintas celebraciones del misterio de Cristo, sino también en la memoria de los santos e incluso en la liturgia de las Horas, al igual que en los sacramentos que tienen su centro en el bautismo y la Eucaristía.

La liturgia de las Horas extiende a las distintas horas del día las prerrogativas del misterio eucarístico, centro y cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana.

El año litúrgico cristiano se presenta organizado como ciclo anual de los “misterios de Cristo” y las “fiestas de los santos”. En el centro del mensaje cristiano de la fe y la catequesis está el gran evento pascual de la muerte, resurrección y ascensión al cielo de Cristo. En la Pascua se revela, al mismo tiempo, la naturaleza de Dios amor que se da para hacer partícipes de sus riquezas a todas las criaturas y se descubre que el Cristo muerto y resucitado es el centro de convergencia al que conduce toda la historia salvífica precedente.

Un  aspecto relevante en la reforma litúrgica es la relación entre la Sagrada Escritura y la liturgia cristiana, que siempre ha sido considerada como especial. La liturgia es considerada el lugar y momento privilegiado para el anuncio y lectura pública de la Escritura, especialmente con el canto de los salmos y la proclamación de la Palabra de Dios en la eucaristía.

La liturgia cristiana se convierte en una forma de culto en el que la Palabra de Dios es un componente esencial y la liturgia se presenta como la realización del anuncio de la Escritura.

Otro aspecto que aparece en la reforma conciliar es la relación entre liturgia y ejercicios piadosos. La distinción entre “culto interior” y “culto exterior” es connatural a la idea de culto. La distinción entre “culto privado” y “culto oficial” también es importante. El concilio no resolvió el dualismo, sino que más bien lo acentuó. Reconoció a los ejercicios piadosos una “dignidad especial” y sostuvo que parecen “emanar” de la propia liturgia. Esto declara una vez más que en la Iglesia coexisten dos formas de culto: una ordenada por la autoridad jerárquica y otra que surge del pueblo.

En resumen, la liturgia después del Concilio Vaticano II ha enfrentado obstáculos en su implementación debido a la falta de comprensión de lo que es la liturgia y una catequesis mejorable sobre las reformas.

Muchas personas aún ven la liturgia como un conjunto de rúbricas sin importancia teológica. A pesar de los esfuerzos del concilio para renovar la liturgia, la falta de comprensión y catequesis previa ha causado perplejidad y resistencia.

Es necesario un esfuerzo adicional para promover una comprensión adecuada de la liturgia como actividad-cumbre de la Iglesia que se basa en la historia de la salvación y actualiza su camino hacia el futuro.

En la “Vigesimus quintus annus” Juan Pablo II recordaba en 1988 el significado y la importancia del Concilio, y destacaba la importancia de la liturgia en la vida de la Iglesia. El Papa también hace hincapié en la importancia de la renovación litúrgica, y en la necesidad de una mayor participación activa de los fieles en la liturgia. El Papa invita a los sacerdotes y fieles a seguir promoviendo la renovación litúrgica iniciada por el Concilio, y a seguir profundizando en su comprensión y vivencia.